Un parto en el agua, en casa.

parto en el agua

Un parto en el agua, en casa.

En 2018 tuve la maravillosa suerte de acompañar mi primer parto, un parto precioso, un parto en casa, en el agua.

Conocí a Daniela embarazada de Sofía, su segunda hija, en clases de preparación al parto con Maite y en un seguimiento individual que hicimos. Ella superó todos sus miedos a dar a luz de su anterior parto, pues su anterior ginecólogo le había dicho que nunca podría parir vía vaginal por ser “de pelvis estrecha”…

Es una mujer valiente, fuerte y sobre todo una luchadora férrea. Creo que si cabe me enamoré aún más de mi trabajo, y quedé asombrada por la enorme sabiduría del cuerpo de una mujer, que sabe y encuentra a cada momento que ha de hacer, con toda su magia salvaje y sus cóctel de oxitocina…sólo hay que acompañarlo desde una mirada expectante.

Si estás embarazada te animo a que lo leas, y no para crearte expectativas, si no para luchar contra esa imagen del parto es sinónimo de “no sé si seré capaz, ”no puedo” o “ dolor”.

Aquí nos cuenta ella misma cómo vivió su embarazo, su decisión de parir en una casa de partos y su parto.

DECIDÍ PARIR EN UNA CASA DE PARTOS, BIEN ACOMPAÑADA.

El parto decidimos hacerlo en una casa de partos, ya que nuestra casa como lugar, no era el mejor sitio, porque es el lugar de trabajo de mi marido, están las oficinas al lado, no hay espacio, etc. Así que pensamos en hacerlo igual pero en un sitio más cómodo, adaptado y ya preparado para ello. Este sitio en Sevilla, que es la única casa de partos que hay en Andalucía, se llama Vidar.

Esta decisión la teníamos más o menos clara desde antes del embarazo, aunque no era algo que fuéramos comentando. De primeras, si lo sugerías, parecía incomodar a mucha gente, asustar, pero conforme pasaban las semanas de embarazo, cada vez lo teníamos más claro y pasó de todo porque obviamente, una vez lo tuvimos claro, lo comentamos a la familia como “oye, esto es lo que vamos a hacer, que lo sepáis.”

Personas que yo creía que lo llevarían mejor, y lo han llevado mal, y personas que yo creía que iba a costarme darles la explicación, y resultaron ser mis mejores aliados en esto.

 

Hablo, por supuesto quitando a Paco, que siempre ha tenido igual de claro que yo o incluso más (él me llegó a convencer a mi primero), de mis padres. Mi padre siempre me dijo en todo momento, que tenía que vivir esa experiencia que tanto deseaba tras el parto de A, que me merecía la pena, que luego me podría arrepentir si no lo intentaba. Y siempre que le contaba cosas de cómo íbamos a hacerlo, lo que hablábamos en las charlas preparto, etc, siempre me animaba y era muy positivo.

Luego mi madre, que una vez que tanteé el tema antes del embarazo, no reaccionó muy bien, pues se sentía asustada, pero que con el paso del embarazo, la información REAL sobre los partos en casa que le pude dar y mi seguridad de que lo iba a hacer, se convirtió en mi cheerleader particular e incluso se entusiasmó y emocionó más que yo con la idea. No dejaba de decirme lo orgullosa que se sentía de mí por pelearlo tanto y hacerlo de esa forma tan bonita, que si ella hubiera sabido lo que sabe ahora del tema, también lo hubiera hecho y cuando me entraba algo de duda, siempre me decía que todo iba a ir bien.

Durante todo el embarazo…

tuve a mi comadrona Maite conmigo para TODO. No sólo es atención al parto, es que con ella hemos trabajado muchos miedos, dudas, experiencias dolorosas, y ha sido matrona, piscóloga, y todo el apoyo posible que os podáis imaginar a la vez. Yo ya la conocía desde enero de 2017 porque fui a verla para enseñarle los informes de mi cesárea, comentarle el diagnóstico de pelvis estrecha que me hicieron para justificar la falta de ganas de intentarlo de aquel médico un viernes. En aquella visita me hizo el rombo de Michaelis, que es una especie de pelvimetría externa, y también me examinó internamente. Su conclusión fue que lo que me habían dicho no era verdad.

Desde entonces, supe que si alguna vez repetía, quería estar con ella, por la tranquilidad que daba al hablar, explicarte las cosas, porque se enfadaba y se indignaba cuando le contaba, y aunque me he pasado todo el embarazo, poniendo en duda mi capacidad, como si me costara creerme sus palabras y las otras me hubieran dejado huella, es la persona en la que más he confiado, la que inició el cambio.

Ginecólogos

No voy a comentar en detalle el parto de A y todo lo que pasó, se dijo e incluso tuve que aguantar en el posparto por parte del ginecólogo, a quien por cierto, le debo una carta contándole unas cuantas cosas. Sería demasiado largo.

En este embarazo, también conté con Fernando Andrade, un ginecólogo de aquí de Sevilla, conocido por llevar los partos con muchísimo respeto, sin tiempos, partos después de cesárea (una y varias) con éxito, actualmente colaborador de Reamare y por ser mínimamente intervencionista. También fui a verle con los informes del parto de A y también le conté todo, y me dijo que si me volvía a quedar embarazada, me quería ayudar, de nuevo que las valoraciones que se hicieron, no eran correctas, que no se me dio la más mínima oportunidad al intento.

A ver si no me enrollo tanto, pero es que todo esto es parte de la historia…

Conté con el control del embarazo por parte de Andrade y Maite todo el tiempo y finalmente, le dije a Fernando, que iba a parir en casa, a lo que me animó y me dijo cosas como: “verás que esta niña la vas a parir muy bien. No me necesitas a mi o a Maite, tú sola puedes hacerlo, tienes que empezar a creértelo.”, “ya me mandarás la foto de la niña cuando nazca y yo no te haré falta para nada”, “tu eres mujer, y nada más que por eso, yo sé que puedes parir.”

Ha sido otro gran apoyo en este proceso y contar con su consentimiento, me daba mucha tranquilidad, pues él comentaba que estaba en muy buenas manos con Maite, que coincidían mucho profesionalmente y que ella iba a saber llevarme perfectamente.

De ellos dos, me llevo otra cosa fantástica este embarazo y es la poca intervención en todos los sentidos. Ante todo, tranquilidad, mucha tranquilidad, el embarazo es fisiológico no patológico y no son necesarias tantas pruebas, comprobaciones en muchísimas ocasiones. Otras sí, claro está, pero cuando todo va bien, qué necesidad hay. Empezando por dejarme tomarme la tensión a mi y no comprobarla ellos, sabiendo que siempre se me altera en consulta, siguiendo por el test de O’Sullivan y la opción de no hacerlo con el jarabe si no con desayuno, y ante unos resultados negativos pero algo raros, no alarmarme y dejarme a mi aire cuidándome y controlándome con poco más que comer sano y hacer ejercicio.

También por no exceder el número de ecografías, ni de citas médicas, y por llegado el final del embarazo, no hacerme ni un sólo tacto para ver cómo voy (qué gracia me hace esto…pues iré como tenga que ir, no hay motivos para mirar antes del parto si todo va tan normal) y por permitirme no ir a monitores e incluso aconsejármelo para ahorrarme una posible excusa de inducción o intervención por parte del hospital, que ya se sabe, que si tienes cesárea, te miran con el ojo cambiado.

En su lugar, Maite me revisaba cada semana con el doppler y enseñó a Paco a oír el latido de la niña en casa perfectamente con un rollo de papel higiénico. Y para saber cómo voy de contracciones, tranquilidad, que eso ya lo digo yo que para eso las siento.

Pues nada más que añadir que mi experiencia ha sido fantástica, maravillosa, preciosa en todos los sentidos…

Han sido meses muy intensos, de muchas emociones, recuerdos malos y buenos, ilusión, expectativas y muchas, muchas dudas y miedos que hemos ido superando todos juntos. No tengo forma de dar las gracias lo suficiente a mi matrona Maite, que siempre ha estado ahí conmigo aunque a veces me tuviera que poner las pilas y hacerme reaccionar, a Erika, que ha sido mi fisio este embarazo y me ha dado la seguridad física que necesitaba, a Silvia, a mis compañeras de preparto que me han escuchado durante meses y me han apoyado muchísimo y se han venido arriba con el momento del parto, que era un enigma para todos, a Fernando, a Paco por esa seguridad que me transmitía en todo momento y ser aún más valiente y decidido que yo.

EL PARTO EN EL AGUA DE SOFÍA. 

parto en el agua 2

Lunes, 16 de julio de 2018

Sofía nació el jueves 28 de Junio pero desde el sábado anterior, estaba con contracciones intensas. La cosa es que venían, duraban unas 2-3h y se iban ya para el resto. Así que nada, todo parecía que quería empezar, pero había que seguir esperando.

Las del domingo eran más intensas que las del sábado, las del lunes más que las del domingo e incluso dolorosas, pero como venían, se marchaban. El martes, recuerdo estar esperándolas, pero nada, el martes fue un día en blanco, no noté absolutamente nada, ni molestia siquiera, así que me relajé y me acordé de que se puede pasar mucho tiempo de preparto, incluso semanas. Ya llegaría el momento, mejor no pensarlo mucho. Y llegó el miércoles…

De madrugada empecé a notar dolores fuertes, y antes de levantarme de la cama, ya estaba de nuevo con contracciones regulares cada 3 minutos. Estas eran más fuertes aún, me dolían bastante y trataba de aguantar en la cama, pero era muy molesto, así que me levanté, me puse con mi pelota de pilates, de pie paseando, y las iba encajando una detrás de otra. Sabía que hasta que no se llevaran horas seguidas sin parar, no había nada que hacer, sólo esperar y esperar. Pasaron 3h y aquellas seguían, así que preparé las cosas, porque esta vez, nos íbamos al centro Vidar, pero justo unos minutos después, la fiesta cesó de nuevo.

Me relajé, me puse a cocinar algo que me apetecía y de repente, noto algo mojado. Pensé: “otra vez no, espero no haber roto aguas, no quiero empezar el parto así y no tener contracciones regulares.”

Fui al baño para ver y no era la bolsa, era el tapón mucoso. Estaba saliendo entero. Bien. Todo marchaba, ya parecía ir quedando cada vez menos. Seguí esperando tranquilamente en casa, llamé a la matrona y se lo comenté y me dijo que hasta que las contracciones no volvieran para quedarse, que aguantara en casa.

Así lo hice, pero pasaron unas 2-3h, que me volví a tumbar un rato y de golpe aparecieron de nuevo, una detrás de otra y ahora bien fuertes, fuertes de verdad. Esas si que dolían, le dije a Pablo que me costaba respirar incluso cuando venían, así que llamé a Maite de nuevo y se lo comenté. Le dije que ya no quería estar en casa, que me sentía más segura teniéndola cerca, y ella me dijo que fuera al centro porque con ese ritmo, iba a ser esa noche o el día siguiente. Nos fuimos, recogimos a nuestro hijo, y de camino a Vidar. Durante el camino, no quería ni hablar, estaba muy molesta. Fue entonces cuando le dijimos a la familia que nos íbamos ya para volver siendo uno más, pero que no queríamos estar relatando el parto y que avisaríamos con cualquier novedad importante.

Llegamos a Vidar y allí estaba esperándonos Maite.

Ella tenía una consulta, así que yo subí a las habitaciones donde teníamos todo preparado y me quedé allí la tarde. El peque estaba dormido, así que lo dejamos haciendo siesta. Pobre… vaya aburrimiento si no. Pasó la tarde, y cuando subió Maite, me dijo que me iba a mirar. Estaba de 1cm y medio y todo el cuello borrado, la niña muy bien colocada pero obviamente, no estaba de parto aún. Las contracciones iban y venían, y cuando volvían, cada vez más fuertes, pero no terminaban de asentarse del todo, por lo que nos dijo que aún estábamos en preparto, que lo mejor sería que saliéramos a cenar, dar un paseo y no encerrarnos a esperar una contracción detrás de otra. Relajarnos. Así que nos dio las llaves, ella salió a cenar y nos dijo que volvería después.

Tenía toda la intención de salir a cenar con Paco y mi niño, pero enseguida empezó la fiesta otra vez, y no me veía moviéndome a ningún lado si cada vez que me venía una contracción no era capaz de disimular y encogerme de dolor. Así que pedimos una pizza.

Como iba a tener de acompañante a Silvia, la doula que iba a los partos con Maite, no necesitaba contar con nadie más para ayudarnos con A mientras Paco y yo estábamos centrados en el parto, pero justo para la fecha, Silvia ya se iba de vuelta a Escocia, tenía que encontrar a alguien para ayudarnos mientras llegaba Erika, porque Maite estaría principalmente con nosotros, así que pensando en quien podría acompañarnos que no fuera a ser un agobio, una continua preocupación por verme parir allí en vez de en un hospital, que no se alarmara, pues llamé a mi madre, que se plantó allí enseguida con la pizza.  Pude despedirme de Silvia, me deseó toda la suerte y me hizo un pequeño masaje para aliviarme antes de irse.

Por la noche en Vidar…

Cenamos pizza, aunque cada 3min tenía que parar y agarrarme al sofá. No me salía bien ni el respirar. Me acuerdo que pensé “imposible hacer las respiraciones esas que te enseñan en el preparto, si no me da el aire…”

Llegó Maite después, y le conté cómo me iba sintiendo. Estaba cansada, pero aunque sabíamos que el parto era ya inminente, aún podía alargarse porque no había una continuidad en las contracciones, ya que me llevaba dos horas con ellas cada 2-3min, luego se espaciaban cada 10min, luego volvían a ser regulares, y así. Maite me dijo que cuando empezara el parto de verdad, eso no habría quien lo parase, y que debía descansar porque a la mañana siguiente, estaría de 2-3cm, y que nos quedaría seguramente el día siguiente por echar en el parto. 

Estuvimos bromeando las tres sobre la cena tan estupenda que habíamos escogido para ponernos de parto, que vería donde iba a acabar la pizza cuando me dieran los dolores fuertes de verdad (yo le dije: aún más fuertes? y ella me contestó: apenas estás empezando.) 

Pues decidimos echarnos a descansar, cada uno como podía. Mi madre se quedó conmigo y yo me eché en un puff que había allí, boca abajo y con las rodillas levantadas, era la mejor postura en esos momentos, ya que tumbada de lado o de otra forma, me dolían mucho la contracciones y de pie no podía dormir, así que de esa manera. Yo me quedé traspuesta, tuve microsueños y los iba relatando sin querer en voz alta jaja, estaba desvariando un poco.

Cada vez que venía una contracción, le decía a mi madre que me pusiera la bolsa de agua caliente en los riñones, y apretaba el puff con todas mis fuerzas hasta que se pasaba. Así un rato y luego vino Paco a hacerle relevo y dejar que ella durmiera un poco. Al poco de irse mi madre, habrían pasado dos horas desde que Maite se echó y nos dijo que nos quedaba mucho por delante, empiezan las contracciones a ser muchísimo más fuertes, y seguidas, muy seguidas, no me daban tregua. Estas no encontraba postura para aguantarlas. Iba al baño y si me cogía de pie, no sabía como sostenerme pero es que sentada o tumbada eran peor. Me ponía en la pelota, me agarraba de la liana del techo pero no había forma, estas dolían demasiado.

Recuerdo decirle a Paco: “No puedo, de verdad que no puedo con esto.” Y él me decía: “Sí que puedes, llevamos deseando esto mucho tiempo. No quieres arrepentirte de no haberlo hecho.” Y yo le decía: “pero que no me escuchas, que no puedo de verdad.”

Iba y venía por los pasillos de la casa de partos, me agarraba a lo que podía y de repente, empecé a sangrar un poco. Pensé: “malo, ya nos tenemos que ir al hospital.” 

Y como me dolía tantísimo, decidimos avisar a Maite que dormía al lado, y contarle que yo no aguantaba hasta el día siguiente, que estaba que no podía más. Vio la sangre y dijo: “qué bien, eso será que estás empezando a dilatar. Pues igual vas más rápido de lo que creíamos.”

5cm

Me tumbó, y me hizo otro tacto para ver cómo iba. Recuerdo que dijo: “tienes el cuello muy atrás, no puedo palpar bien. A ver ponte las manos en los riñones…Anda, pues no es el cuello, es que pensaba que estarías de poco, pero ya estás en 5 cm y he confundido la dilatación con lo otro. Muy bien, esto ya es parto PARTO.” En ese momento, me vino otra contracción que al cogerme tumbada, casi me parte. Ya en mi cara se veía que no podía aguantar más. Le decía que era demasiado, que no podía y ella me animaba y me decía: “estás pudiendo.”

Ya llegó, mi parto en el agua…

En ese momento, me llenó la bañera para que pudiera relajarme en ella y llevarlo mejor. 10-15minutos tardó en hacerlo y yo la abrazaba cada vez que me daban dolores fuertes y ella me decía: “Respira la contracción, respirala, que ya se va.”

parto en el agua

parir en el agua

Me metí en la bañera, y en la siguiente contracción que vino, empecé a empujar fuerte. Maite me dijo: “pero por qué empujas? Aún no es momento de hacerlo, te acabo de decir hace 10-15min que estás de 5cm.” Y yo le decía que no era yo, que el cuerpo iba solo, que yo no estaba empujando pero que no lo podía evitar. Entonces, decidió mirarme de nuevo mientras yo estaba de rodillas en la bañera, agarrada al borde y dijo: “pero si ya estás en completa, qué rapidez, y la niña está ya aquí abajo. Venga a empujar que en media hora la sacamos.”

Ya las contracciones eran de expulsivo, todas me hacían empujar sin remedio.

Entonces, respiraba como podía, y Paco me sostenía la cara y me decía que la levantara, que me iba a ahogar con la fuerza que estaba haciendo y los vapores calientes del agua de la bañera. Yo no sabía ni cómo ponerme y recuerdo soltar alguna que otra fresca del tipo: “dejadme en paz.” o “yo que sé qué quiero ahora. Dejadme tranquila.” Ellos se reían pero yo iba a lo mío.

Empujé y empujé.

Maite puso un espejo en el agua para que pudiéramos ver la cabeza asomar, y salir. Y así fue. Ya habían llegado Erika, mi fisio, e Iris, la fotógrafa, a quien también tengo mucho que agradecer por el trabajo tan bonito que ha hecho, sabiendo lo especial que era para nosotros y emocionándose como una más en el parto.

Con cada pujo, cada vez se veía más claro, la cabeza estaba ahí, la podía tocar. Hubo un momento dado que dije: “Creo que me he hecho caca”, y todos se echaron a reir, pero yo lo único que pensaba era que por favor, se limpiara la piscina donde iba a nacer Sofía. Entonces ella me dijo: “Cariño, eso que sientes salir no es caca, es un bebé.” Seguíamos con el expulsivo y Maite me decía: “Qué poderosa eres, ves qué pelvis tan ancha tienes que estás pariendo a tu hija? Te lo crees ahora?” Primero los pelitos, luego media cara y finalmente Maite me dijo: “ahora vas a sentir un dolor muy intenso, que quema.”, y ya con eso, en el último pujo, salió la cabeza de Sofía y ya Maite tiró y sacó el cuerpo entero en un segundo. 

parto en el agua

Pasé de sentir dolor intenso a no sentir absolutamente nada de eso, sólo estaba impresionada…

Quiero enseñaros algunas fotos de ese momento. Aviso de antemano, que si esperas no verme una teta o te escandaliza la desnudez, mejor deja de leer ya, porque algo se ve, es un parto tal cual, con su realidad y su crudeza, aunque me he reservado las fotos del expulsivo para mi.

  parto bañera agua

parto movimiento agua

parto en el agua 3

Y a las 7.30, cuando se nos hizo de día sobre la bañera, nació Sofía. Llorando desde el primer segundo, con sus ojitos despiertos y buscando el pecho.

parto en el agua

parto en el agua

En este momento digo que ya no me duele nada, sólo estoy impresionada, emocionada…

parto agua acompañante

Esta foto me hizo llorar cuando la vi. La soledad del hermano mayor. Ni siquiera fuimos conscientes de ese momento, pero A lo está llevando regular y ahora estamos muy pendientes de él. Le daba las gracias mil veces a Maite y hablábamos de lo bien que había ido todo a pesar de los miedos, las muchísimas dudas y todo lo que habíamos vivido durante esos 9 meses. 

parir en casa

Todavía estaba el cordón unido a mi y a Sofía. La placenta aún no había salido y poco después, empujaría de nuevo para expulsarla. El cordón de Sofía seguía latiendo y lo dejamos intacto para que pudiera pasar toda la sangre y el oxigeno de la placenta. 

primera succion parto agua

Sofía sobre mí, y mi cicatriz de la cesárea anterior de A intacta. No se rompió, ni se abrió ni nada por el estilo.

parto vaginal despues de cesarea

El cordón dejó de latir y entonces fue el momento de cortarlo. La placenta ya había salido y se ve en el barreño que tengo al lado.

parto en casa

Sofía con su nacimiento hizo un regalo a su madre…

…tener un parto después de una Cesárea innecesaria.

Se rompieron los traumas, la supuesta pelvis estrecha se abrió y la madre supo que podía, que su cuerpo es válido, que está preparado para dar vida por su vagina y ahora nada ni nadie se lo pudo robar.

 
Lo celebramos, lo lloramos, estamos muy contentas y ahora queda seguir callando bocas y reivindicar que podemos parir, que sobran los malos pronósticos, que no nos hacen nada bien a las mujeres, ni a nuestros cuerpos. Que hemos necesitado mucho esfuerzo y confianza para borrar la huella de la cesárea y Sofía junto con Daniela se han abierto paso a esta nueva experiencia.
 

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Acerca de Erika Nieto:

Soy Erika, y ayudo a mujeres en las diferentes etapas de su vida, a resolver sus problemas de suelo pélvico para conseguir disminuir su dolor, incontinencia o debilidad de sus músculos, así como acompañarlas en su embarazo y recuperación postparto. Y lo hago a través de un método propio, donde aúno los conocimientos de la fisioterapia y mi experiencia de más de 10 años. 

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